La falta de perdón una atadura emocional

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Descubre el veneno que destruye tu paz y felicidad. La falta de perdón no te permite alcanzar la bendición de Dios en todas las áreas de tu vida. En este devocional de Victoria de la Fe, te ayudaremos a conseguir tu libertad emocional, para abandonar la amargura, el resentimiento, la ira y el enojo.


Cuando una persona no perdona, guarda odio en su corazón, este odio no le permite conseguir una completa felicidad y paz, especialmente si has sufrido el abuso por parte de un ser querido que traicionó tu confianza.
Es peor el caso si la víctima no recibe justicia, mientras el agresor está libre y sin castigo. Como resultado la víctima se siente desamparada, sin esperanza, traicionada, viviendo con arrepentimiento, amargura, resentimiento, ira y enojo.

El odio y la falta de perdón son una atadura espiritual que te impide ser plenamente feliz, daña tu relación con los demás porque siempre recuerdas esa traición y ese dolor inconscientemente. Te ata al pasado y no te deja avanzar en tu futuro, te es difícil confiar en otras personas, y pospones emprendimientos sociales o de negocios por miedo al fracaso.

La falta de perdón impide que la bendición de Dios sobreabunde en ti, vives con algún tipo de escasez física o espiritual porque es una atadura que maldice tu vida.

Por ese motivo, Dios nos ordena perdonar a nuestros enemigos para romper esa maldición en tu vida y así la bendición de Dios puede llenar tu vida completamente.

Tu odio hacia aquella persona que te hizo daño es humanamente justificado. Sin embargo al aceptar a Jesucristo como tu Señor y Salvador; dejaste de ser ciudadano de este mundo para convertirte en ciudadano del Cielo y obedecer la Palabra de Dios.

Dios nos ordena que debemos perdonar a los que nos ofenden, como Él perdonó nuestros pecados. Jesús lo deja muy claro cuando nos enseña sobre cómo debemos orar en Mateo.

14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;

15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Mateo 6: 14-15

Jesús explica que si nosotros no perdonamos, Dios no nos perdonará. De tal forma podemos entender que nuestras oraciones tampoco serán plenamente escuchadas si no perdonas.

En Mateo 18, Jesuscrísto nos relata una parábola sobre dos deudores, cuando Pedro le pregunta a Jesús,¿cuántas veces tenemos que perdonar? Jesús responde 70 veces 7, en otras palabras perdona ilimitadamente.

Luego Jesús comienza el relato de los dos deudores en Mateo 18, comencemos a leer desde el versículo 23:

23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.

24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.

25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.

26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.

28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.

29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.

31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.

33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?

34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.

35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Mateo 18: 23-35

Jamás recibirás el perdón completo por tus pecados por parte de Dios, si tu no perdonas a quien te causó daño.

Puedes argumentar: “el pecado que he cometido contra Dios nunca se comparara con el pecado que me hicieron. Yo jamás le causaré daño a nadie, como a mi me lo hicieron. Dios perdonará, pero yo jamás lo haré.”

Estas palabras te atan, te maldicen, eres rebelde y estás desobedeciendo a Dios. Si deseas ser libre de esta atadura que te impide ser feliz e impide que la bendición de Dios sobreabunde en tu vida. Debes perdonar, debes obedecer a Dios sin importar lo que sientas.

El perdón es una decisión, no un sentimiento, si esperas sentir perdonar nunca lo harás. El perdón es decidir obedecer a Dios, estás perdonando porque decides creerle a Dios y no a tus sentimientos.

Perdonar no significa que esa persona no será castigada por la justicia y la ley, sino que decides poner tu resentimiento en las manos de Dios.

Perdonar no significa que se restaura la relación con esa persona. Dios no te pide que seas amigo de un asesino o violador.

Dios solo te pide que le obedezcas y lo perdones. Luego el Espíritu Santo hará el resto.

Perdonar te hará libre del resentimiento, del odio, de la ira, del enojo que impiden que seas feliz y tengas paz. Dios quiere que seas feliz, por eso te pide que perdones.

Recuerda que durante más profunda es la herida más duele, y cuando un médico toca esa herida, puede doler aún más. El tratamiento para curarla muchas veces es doloroso, pero poco a poco comenzarás a sentir mejoría.

Así mismo debes permitir que Dios sane esa herida que te ha causado dolor por tanto tiempo, permite que sane tu corazón.


Repite esta oración conmigo:

Padre, me duele mucho mi corazón herido. Fui traicionado por… (aquí menciona los nombres de las personas), Esta persona me causó mucho daño… (aquí menciona el daño que te provocaron).

Yo me siento o me sentí sucio, miserable, traicionado, que no tengo valor, hoy todavía me cuesta creer en las personas, me cuesta tener confianza conmigo. Estoy aquí para que me sanes, sana mi espíritu, mis emociones, mi voluntad herida, mis pensamientos. Necesito de tu guía, tu amor y tu perdón.

Yo no siento perdonar a esa persona, pero decido hacerlo por obedecerte a ti. Porque te amo, porque confío en ti como mi Salvador. Jesús ayúdame a perdonar… (menciona el nombre de esas personas), como tu me has perdonado.

Decido creerte a ti, y no a mis emociones. Líbrame del resentimiento, del odio, de la ira, del enojo y de la amargura. Guíame hacia el perdón, y llename completamente de tu Espíritu Santo.

En el nombre de Jesús, Amén.